Trastornos de sueño: Disfunción masticatoria – deglutiva y su relación con trastornos neurológicos

Existen enfermedades de origen neurológico que pueden generar deterioro del funcionamiento estomatológico y trastornos del dormir
Existen enfermedades de origen neurológico que pueden generar deterioro del funcionamiento estomatológico y trastornos del dormir

Se suele creer que el envejecimiento y el deterioro estructural asociado al mismo; son los responsables de la progresiva disfunción de la deglución, la masticación y del sueño. Sin embargo, es necesario precisar los mecanismos involucrados en los procesos neurodegenerativos que impactan en la mecánica masticatoria – deglutiva; la influencia de la manipulación artificial de la estructura estomatológica sobre la regulación sensitiva y motora del sistema nervioso central.

Por otro lado, también existen enfermedades de origen neurológico que pueden generar deterioro del funcionamiento estomatológico y trastornos del dormir. Debido a una generación estructural central que participan en la regulación de dichas funciones. Tal como es el caso de la enfermedad de Parkinson, la demencia tipo Alzheimer o enfermedad de Alzheimer, secuelas por infartos cerebrales y otras enfermedades neurodegenerativas.

Bases neuroanatómicas de la regulación masticatoria y del dormir

La alimentación, la masticación y los procesos respiratorios; producen un estímulo constante sobre las redes de integración multisensorial y sobre la coordinación multimodal en el sistema nervioso central. En seres humanos, estudios recientes de resonancia magnética funcional sugieren que varias regiones del cerebro se activan durante la masticación; incluída la corteza somatosensorial primaria, la corteza motora primaria y el área motora suplementaria, área premotora, corteza prefrontal, ínsula, corteza parietal posterior, tálamo, estriado y cerebelo.

Fig. 1. La señal aumenta asociada con masticación (izquierda) y la interferencia (derecha). Fila superior: áreas activadas: área prefrontal (PFA), corteza motorasuplementaria (SMA), corteza somatosensorial (SA), ínsula, amígdala, cerebelo, corteza del cíngulo (ACC) e hipotálamoo, en nla resonncia magnética media ponderada en T1 para todos los sujeros. Escala: valor t.
Fig. 1. La señal aumenta asociada con masticación (izquierda) y la interferencia (derecha). Fila superior: áreas activadas: área prefrontal (PFA), corteza motorasuplementaria (SMA), corteza somatosensorial (SA), ínsula, amígdala, cerebelo, corteza del cíngulo (ACC) e hipotálamoo, en nla resonncia magnética media ponderada en T1 para todos los sujeros. Escala: valor t.

Al comer, la masticación, la deglución y la percepción de sabores, olores y texturas activan varias regiones cerebrales en la corteza somatosensorial, corteza motora, corteza olfativa, corteza visual y otras especializadas, que condicionan la integración de señales neuronales aferentes y eferentes en sentido bidireccional.

En una estructura estomatológica sana, la masticación implica una coordinación e integración sensorial y motora de múltiples regiones cerebrales.

Además, las percepciones sensoriales integradas de los músculos de la cabeza y el cuello y la mucosa oral, así como las funciones motoras coordinadas de la articulación temporomandibular (ATM), los aparatos periodontales y los músculos relacionados, generan códigos que se almacenan en la memoria de trabajo y que facilitan el acto de comer.

Esta información almacenada va moldeando la arquitectura cerebral conforme maduramos, y nos prepara para una eficiente función masticatoria y deglutiva; Siendo máxima en la tecera década de la vida. Cuando nuestras estructuras centrales y periféricas están listas para poder recibir diferentes tipos de alimentos, que serán más fácilmente identificados y mejor procesados.

Gran parte de los nervios craneales neuronales funcionales aferentes y eferentes envían y reciben constantemente información de las vías cerebrales. Cualquier alteración de la estructura estomatológica modificaría estos flujos de información y, a medida que se vean alteradas cada vez más estructuras; estas corrientes funcionales se verán proporcionalmente alteradas. Por ejemplo, el consumo de alimentos en polvo durante un largo período de tiempo minimizará las respuestas aferentes funcionales y darán como resultado alteraciones funcionales de varias modalidades, como déficits gustativos, alteraciones masticatorias, deterioro auditivo, y deterioro olfatorio. Debido al proceso de envejecimiento, estos trastornos funcionales en los ancianos pueden agravarse aun más por una disminución de la neurogénesis y una reducción de las conexiones funcionales entre las redes regionales y globales cerebrales

Fig. 2. Vías de retroalimentación en el proceso de regulación central de la masticación
Fig. 2. Vías de retroalimentación en el proceso de regulación central de la masticación
Inervación de los músculos que participan en la masticación y en la deglución
Inervación de los músculos que participan en la masticación y en la deglución
Alteraciones de sueño en enfermedades neurodegenerativas
Alteraciones de sueño en enfermedades neurodegenerativas

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Desaferentación central por pérdida de estructuras dentales

La desaferentación dental se define como la eliminación o reducción de entradas neurales aferentes periféricas relacionadas con aparatos dentales y masticatorios. Los ejemplos de desaferentación dental incluyen pérdida de dientes, desprendimiento periodontal local y/o generalizado, restauraciones quirúrgicas o protésicas incorrectas, así como los tratamientos de ortodoncia, que tienen como consecuencia un proceso de masticación deteriorada. Estas DD pueden causar cambios en el sistema nervioso central, en relación con una reorganización cortical sensitiva y motora, así como cambios en la organización de las vías funcionales cerebrales hacia centros multisensoriales. Estas modificaciones funcionales son capaces de alterar las percepciones gustativas, auditivas y olfativas, y al mismo tiempo generar deterioro de la memoria y cognición.

Recientemente se ha documentado que la influencia de la Desaferentación dental tiene significativas repercusiones en los procesos de cognición. Los avances recientes en la biología de los sistemas estomatognáticos, junto con los estudios experimentales humanos y animales del cerebro, han comenzado a dar luz sobre los mecanismos neuronales que podrían estar involucrados, así como sus roles potenciales en el deterioro cognitivo y el deterioro de la memoria. En última instancia, el desarrollo de intervenciones terapéuticas y estrategias preventivas para los trastornos neurodegenerativos exigirá una mayor comprensión de los proceso que subyacen a los procesos de envejecimiento cerebral normal y patológico, en relación con los sistemas estomatognáticos.

Como la dentición humana está equipada con funciones sensoriales de percepción; y memorias funcionales maduras asociadas de aparato masticador. Cualquier tipo de DD puede causar cambios estructurales y funcionales en el cerebro.

Es posible que el cerebro joven se adapte mejor a estos cambios. Sin embargo, a medida que el cerebro envejece, la plasticidad cerebral disminuye y se piensa que los DD más importantes afectan las funciones cerebrales que causan la disfunción crónica o la masticación deteriorada (como la pérdida de molares estratégicos). Los desprendimientos periodontales generalizados y/o el manejo ortodóntico pueden ocasionar que el cerebro sufra diversos grados de impacto en diferentes áreas.

Resulta de particular interés que también se vean afectadas estructuras que son esenciales para adecuada ejecución de los mecanismos de integración del sueño y de la vigilia por esta razón, no son raros los signos y los síntomas asociados a alteraciones tales como hipersomnolencia, insomnio o alteraciones del ciclo sueño-vigilia, entre otros muchos síntomas:

Tabla 3. alteraciones de sueño en enfermedades neurodegenerativas

Cerca de un tercio de nuestras vidas lo pasamos durmiendo. El sueño es primordial para restablecer funciones endocrinas, metabólicas y cognitivas.

Un adulto sano debe permanecer al rededor del 60% del tiempo tal que duerme en sueño ligero; 20% en sueño N3 y el 20% restante en sueño MOR. Esto es lo que se conoce como arquitectura de sueño, y de esto depende en gran parte la calidad de sueño. Sin embargo, un sin número de situaciones y factores afectan a este estado de desconexión reversible del medio que nos rodea, contribuyendo a la mala cantidad y calidad del sueño.

Si bien para identificar etapas del sueño es suficiente con el registro de la actividad eléctrica cerebral y la actividad muscular; durante una polisomnografía se requiere registrar otras variables fisiológicas; tales como el flujo de aire, el esfuerzo toracoabdominal al respirar, el ronquido, la saturación de oxígeno, la actividad cardiaca y; en algunos casos la capnografía. Con ello, se podrá no solo identificar etapas de sueño, sino descartar la presencia de trastornos de movimiento, trastornos respiratorios durante el dormir y con el montaje adecuado, actividad electrocerebral anormal.

La arquitectura de sueño va cambiando a lo largo de la vida, probablemente en función a los requerimientos del cerebro. Los niños presentan mayor cantidad de sueño MOR en los primeros años de la vida. Este comienza a disminuir después del tercer año cuando disminuye significativamente la neurogénesis y la sinaptogénesis. Por otro lado, en la primera década de la vida un niño requiere mayor sueño de ondas lentas. Esta etapa de sueño va disminuyendo de manera paulatina con la edad, de tal manera que después de los 70 años pueden presentarse en menos del 8% del tiempo total de sueño.

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Artículo tomado del título: Odontología en medicina del sueño clínica, interdisciplina y pandemia, del autor Juan Manuel Cortés Mejía

Editorial Amolca
Editorial de libros médicos y odontológicos