La capacidad autorregenerativa del cuerpo humano es limitada y no logra ser correcta ni constante a lo largo de una vida humana. Ante esta limitación, la medicina regenerativa ha venido surgiendo como una respuesta novedosa, pues es un campo interdisciplinar en el que colaboran diferentes especialidades médicas y científicas, y que además combina numerosas tecnologías convergentes.
En medicina estética, la medicina regenerativa ha constituido una revolución por la promesa de esta última de mejorar la calidad de vida de los pacientes por medio del uso de materiales de fuentes autólogas. Esta práctica permite dejar en el pasado el riesgo de rechazo inmunológico y otros problemas derivados de los trasplantes alogénicos.
Hoy sabemos que el envejecimiento está estrechamente ligado a la pérdida de función de las células madre, de lo que se deriva una menor eficiencia en la regeneración de los tejidos. En ese sentido, el tejido adiposo, por su origen mesodérmico, resulta una fuente valiosa de células madre, más específicamente de células precursoras de células madre mesenquimales. El tejido graso es una fuente valiosa de células madre autólogas, conocidas como células madre derivadas del tejido adiposo. Al igual que cualquier célula precursora de células madre mesenquimales, las células madre derivadas del tejido adiposo son precursoras pluripotentes y pueden diferenciarse a lo largo de múltiples vías de linaje celular de origen mesodérmico, como las células endoteliales o adipocitos. Además, son fuente de factores de crecimiento, citoquinas y linfocitos.
Los usos de la gasa autóloga en procedimientos de medicina estética regenerativa son cada vez más numerosos. Esta se usa, por ejemplo, para revertir el deterioro de los tejidos, la pérdida de volumen, o para favorecer la cicatrización de heridas graves.
Gracias al desarrollo de nuevas técnicas para procesar la grasa, ha sido posible reducir su tamaño; y de este modo se ha logrado realizar inyecciones con agujas y ya no únicamente con cánulas. Estos avances han permitido ampliar la cantidad de aplicaciones de la grasa autóloga; por lo que hoy en día esta se puede utilizar tanto para inyecciones profundas que rellenan la pérdida de volumen, como también para tratar líneas finas y más superficiales.

Injertos de grasa facial
Los últimos años han traído consigo una expansión de los usos del injerto de grasa en la medicina estética facial para corregir la pérdida de volumen en los compartimentos de grasa facial, así como para regenerar tejidos y mejorar la calidad de la piel. Sus muchas aplicaciones clínicas posibles han despertado el interés por la investigación y el desarrollo de nuevas técnicas para procesar la grasa autóloga; gracias a lo cual hoy en día es posible hacer inyecciones de injertos cada vez más pequeños y delgados para ser aplicados en áreas de la cara donde la piel es muy delgada, como los párpados o los labios.
A pesar de que aún no se ha aceptado de forma generalizada el uso de los injertos de grasa en contornos más delgados; se han reportado excelentes resultados de sus usos como relleno. Aun así, se han venido desarrollando técnicas de lipoinyección con aguja que permiten a los cirujanos mayor precisión; así como realizar inyecciones en un plano superficial y, de ese modo, usar los injertos de grasa como rellenos finos. Así, se hace posible utilizar la grasa no solo para añadir volumen, sino también para mejorar la calidad de la piel.
Actualmente se cuenta con un creciente número de técnicas disponibles para realizar las inyecciones de grasa; así como hay diferentes métodos de obtención, preparación e inyección de los injertos.

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Tipos de injertos de grasa, su preparación e indicaciones de aplicación
Injertos de micrograsa
Para realizar injertos de micrograsa, se realiza una liposucción a presión baja mediante cánulas recolectoras de 2,4 mm de diámetro, con micropuertos biselados de 1 mm. Después, es necesario aislar la grasa de la sangre, los detritos, el agua, los componentes de la solución que se utilizó para la tumesecencia y el aceite (que es resultado de la descomposición de ácidos grasos durante la aspiración). Esto se puede realizar por medio de centrifugación, decantación o lavado si se va a hacer la inyección con cánula. Sin embargo, si se va a hacer con aguja, no se debe hacer uso de la centrifugación; pues esto hace que la grasa se vuelva más compacta y haya riesgo de que se presenten obstrucciones en la aguja.
A diferencia del injerto de grasa estructural, la micrograsa se inyecta a través de cánulas de 0,7 a 0,9 mm (o, por lo menos, menores a 1 mm) en el plano subcutáneo.
Injertos de grasa intradérmica con aguja afilada
También conocido como SNIF (por su nombre en inglés, Sharp Needle Intradermal Fat Grafting), o Injertos introducibles con aguja en plano intradérmico, es un tipo de injerto que permite reducir la aparición de arrugas y líneas finas.
Este tipo de inyecciones se ha realizado desde hace muchos años, a pesar de que solo hasta hace poco se acuñó el término para describir esta práctica. Con esta técnica, el cirujano trabaja en el plano subdérmico superficial o en el plano intradérmico profundo con agujas de calibre 23.
Grasa emulsificada y emulsión intradérmica con aguja afilada
Tras extraer la micrograsa, se crea una emulsión, conocida como emulsión intradérmica con aguja afilada (o SNIE, por sus siglas en inglés). Esto se hace de forma mecánica al intercambiar la grasa 30 veces entre dos jeringas de 10 cc, las cuales están conectadas por un dispositivo Luer-Lock. Una vez está lista la emulsión, se decanta y se lava con solución salina, para posteriormente transferirla a jeringas de 1 cc.
La inyección de esta grasa se puede realizar con cánulas, o con agujas de calibre 27 si se va a realizar en líneas finas, caso en el que se debe inyectar en un plano superficial.
Injertos de nanograsa
Este tipo de injertos no es utilizado para rellenar volúmenes perdidos, sino para inyectar células de factor vascular estromal (SVF). Algunos investigadores observaron que, después de crear una emulsión de forma mecánica de una muestra de micrograsa, se puede filtrar con una membrana de nailon. Esto les permitió preservar una parte del componente vascular estromal con las mismas capacidades de proliferación y diferenciación de las células madre.
Así, se pueden obtener injertos de nanograsa, los cuales se pueden inyectar con agujas de calibre 27 en un plano dérmico superficial.
Inyección de fluido de grasa superficial enriquecido
SEFFI (Superficial Enhanced Fluid Fat Injection, o Inyección de fluido de grasa superficial enriquecido), es un fluido que se obtiene realizando una liposucción con cánula de 2 mm con puerto lateral de 0,5 a 0,8 mm. La grasa se lava y se centrifuga a 2000 rpm durante un minuto, y luego se añade plasma rico en plaquetas (RPR). Tras mezclarlo, se obtiene una concentración del 10 % de la grasa total recolectada.
Este tipo de fluido enriquecido se puede inyectar en el plano superficial en la región periorbitaria y los labios con agujas de calibre 20 a 23.
Inyección muscular de autoinjerto de grasa
La diferencia clave entre este tipo de injerto y los anteriormente explicados está en el sitio de inyección del tejido graso. Se realiza una inyección de 1 a 3 cc de grasa en forma retrógrada directamente en el interior de los músculos y debajo del periosto.
Esta técnica tiene como ventaja que puede mejorar la retención de la grasa, por lo que mejora también su previsibilidad y simetría.
Para este tipo de procedimiento, la grasa es extraída mediante aspiración con jeringa, luego es centrifugada y, finalmente, es inyectada con cánulas curvas que son especiales para los músculos faciales.

Aunque los injertos de grasa suelen ser procedimientos exitosos, los resultados pueden ser impredecibles en cuanto a su supervivencia; esto es, al mantenimiento del volumen con el paso del tiempo. Si bien la recolección de la grasa y su procesamiento son clave en el procedimiento; el profesional debe tener presente que la inyección de la grasa es el paso decisivo en el éxito y la durabilidad del injerto.
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