La caries dentaria es una enfermedad bucal producto de un desbalance en las poblaciones de microorganismos que conforman la biopelícula de los dientes, y que genera lesiones cavitadas en los mismos. Dicha biopelícula está conformada por diferentes tipos de microorganismos, entre los cuales se encuentran los cariogénicos.
Además, la caries está relacionada con la ingesta de carbohidratos fermentables.
Este desbalance en los tipos de microorganismos que están presentes en los dientes puede llevar a procesos de desmineralización y remineralización, que a su vez permiten procesos de pérdida de los tejidos del diente. Aunque lo anterior puede ocurrir tanto en los dientes primarios (también llamados dientes de leche o dientes temporales) como en los permanentes; cuando se presenta en infantes y niños de hasta 5 años, se le denomina caries precoz de la infancia (ECC, por las siglas en inglés de early childhood caries).

A pesar de que ha habido muchos avances en la investigación y comprensión de la caries dentaria y de su manejo; hoy en día sigue siendo una enfermedad que afecta la calidad de vida de los individuos de diferentes edades y grupos socioeconómicos. Por esta razón, es importante conocer los factores de riesgo que propician la formación de caries, así como las pautas para prevenirla. En este sentido, uno de los aspectos clave a resaltar, y en el cual nos vamos a concentrar es la alimentación; debido a la relación directa entre el consumo de azúcares y la incidencia de caries dentaria.
La caries es reconocida como una enfermedad multifactorial, lo cual quiere decir que en su aparición y desarrollo intervienen muchos factores diferentes. Sin embargo, desde el siglo pasado se viene probando cada vez con mayor certeza, que las prácticas alimenticias tienen un rol crítico; ya que el consumo de azúcares es una causa necesaria para que se desarrolle la caries.
El azúcar y su relación con la caries
Para comenzar a hablar sobre azúcares, es necesario mencionar que el azúcar es un tipo de carbohidrato; y que existen tres tipos de carbohidratos: monosacáridos, disacáridos y polisacáridos. Cuando hablamos de azúcares, más específicamente de azúcares libres, nos referimos a estos dos primeros tipos. Los carbohidratos monosacáridos incluyen la glucosa y la fructosa (entre otros) es decir, alimentos como las frutas y la miel. Los disacáridos incluyen azúcares como la sacarosa o la lactosa, presentes en los lácteos y el azúcar de mesa y golosinas. Por otro lado, los alimentos polisacáridos están compuestos por moléculas más complejas, lo cual dificulta que sean metabolizados por las bacterias cariogénicas. Estos carbohidratos están presentes en las pectinas u otras formas, y se encuentran en alimentos como los cereales, los tubérculos, legumbres y hortalizas.
Los microorganismos cariogénicos que están presentes en la biopelícula de los dientes metabolizan los azúcares mono- y disacáridos para obtener energía; para generar una serie de eventos bioquímicos que afectan las concentraciones de calcio y fluoruro; así como la porosidad de la biopelícula, y como consecuencia afectan también el proceso de desmineralización-remineralización.
Tanto la edad en que se comienza a introducir el azúcar en la alimentación, así como la frecuencia en su consumo; son los dos factores clave responsables de la manera en que las caries se presentarán a lo largo de la vida de un individuo.
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Introducción temprana de los azúcares
Diferentes estudios científicos han demostrado la relación entre el consumo de azúcar durante el primer año de vida y la presencia de microorganismos cariogénicos (responsables de la aparición de caries), así como con la incidencia de caries en los siguientes años. La sacarosa, consumida de forma temprana; produce unas condiciones que promueven la colonización de la microbiota cariogénica en toda la superficie dental, particularmente del grupo mutans de los Streptococcus.
Aunque la edad y la forma como se comienza a introducir los azúcares en la dieta de los niños puede variar según el país, la cultura o las condiciones socioeconómicas; se sabe que la mayoría de los niños comienzan a consumir alimentos con azúcares libres cuando aún no han cumplido un año de vida.

Diferentes estudios longitudinales registraron los alimentos consumidos por grupos de niños antes de los 6 meses de vida y antes del primer año, e hicieron un seguimiento odontológico hasta los 3 años de vida.
Estos estudios mostraron que los que consumieron mayor cantidad de alimentos con azúcares libres eran los que mostraban una mayor incidencia de caries temprana severa de la infancia a los 3 años.
Debido a la estrecha relación entre la caries y el consumo de azúcares libres; hoy en día los expertos hacen un fuerte énfasis en los beneficios de reducir o retardar la exposición a los alimentos dulces por lo menos hasta el primer año de edad; pero preferiblemente hasta que el menor cumpla los 2 años. Esto, debido a que las conductas dietéticas en los primeros años de vida serán aprendidas y reproducidas por el niño en el futuro; por lo que es preferible introducir prácticas alimenticias saludables de forma temprana, a tener que modificar conductas cariogénicas a futuro.
Alta frecuencia en el consumo de azúcar
Así como se ha encontrado una relación entre la aparición de caries y la exposición al azúcar desde muy temprana edad; también se han establecido relaciones entre la frecuencia de ingesta de alimentos dulces y el desarrollo de caries dentales.
Los niños que consumen bocadillos o bebidas azucaradas entre las comidas con frecuencia, tienden a una mayor producción de ácido y a mantener un pH muy bajo en la película bacteriana. Esto afecta negativamente el reemplazo fisiológico de minerales en los procesos de mineralización-remineralización, lo que propicia la aparición de caries.

Aunque aún no se cuenta con investigaciones que arrojen resultados concluyentes sobre la relación entre la lactancia y el riesgo de desarrollar caries a futuro; sí hay estudios publicados que apuntan a que puede haber un mayor riesgo de caries en niños que tuvieron una lactancia muy prolongada o muy frecuente,es decir, mayor a 12 meses.
Asimismo, también se ha observado que el consumo de productos lácteos también se asocia a la caries dentaria; puesto que los dientes (usualmente los incisivos superiores, donde tienden a depositarse los líquidos ingeridos en biberones o con boquillas para niños) quedan expuestos a condiciones ácidas durante largos periodos de tiempo.
Cantidad de azúcar ingerida
Actualmente existe una alta preocupación por la alta ingesta de productos azucarados ya que se ha visto que esta está relacionada con una baja calidad alimenticia y con enfermedades no transmisibles como la diabetes, la obesidad y la caries dentaria. Es por esto que la OMS recomienda reducir lo más posible el consumo de estos alimentos; de modo que constituyan máximo el 10 % de las calorías consumidas en un día.
Diferentes estudios muestran cómo, cuando la ingesta de azúcares comienza a una edad temprana, esta tiende a aumentar conforme avanza la vida del individuo; esto se traduce en una mayor incidencia de caries a lo largo de los años.
Así, está altamente recomendado evitar al máximo los alimentos azucarados. Sin embargo, el reto es mayor si se tiene en cuenta que existen muchas comidas; especialmente ultraprocesadas, que contienen azúcares ocultos o que no se describen con claridad en las etiquetas.
Aunque varían según la marca comercial, es muy común que los alimentos con mayor contenido de azúcar sean panes, yogures, cereales para el desayuno, barras de granola, leches vegetales, bebidas deportivas, jugos embotellados y galletas saladas.
Teniendo en cuenta las consecuencias negativas para la salud producidas por la ingesta de azúcares (propiciada por la publicidad y por los cuidadores desde la infancia), la OMS recomienda reducir la ingesta de azúcares libres a lo largo de la vida, al igual que mantener dicha ingesta en máximo el 10 % de las calorías totales consumidas en un día. Si se tratase de un niño de 3 años con una ingesta promedio diaria de 1300 kcal, estaríamos considerando que una bebida gaseosa de 350 ml sobrepasaría dicho límite máximo.

Para lograr una baja incidencia de caries dental, así como de otras enfermedades no transmisibles asociadas al consumo de azúcares libres; es importante que existan programas suficientes y adecuados para intervenir en las prácticas alimentarias de la población; tanto a nivel del individuo (por medio del consejo alimentario dado por especialistas de la medicina o la nutrición), como a nivel colectivo o comunitario (por medio de programas de educación alimentaria impartidos en las instituciones educativas o en medios de comunicación).
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Artículo tomado del título Odontopediatría Restauradora, de la Dra. Soraya Coelho Leal
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